Lo plasmaré sencillo para que lo entiendan solo algunos, en una línea, y otra que sobrevuela su sombra y se muere de vértigo, como si fuera un sombrero, como una serpiente hambrienta digiriendo, ese es mi propio lienzo y a la vez tu recuerdo.
No es difícil, no es la ronda de noche de Rembrandt, ni su autorretrato de ojos vacios, ni tan siquiera la carta de un poeta muerto, todo lo contrario, fueron cruces del sur que cayeron sin freno, son nuestros cuerpos caminando allí a lo lejos, es mi corazón que sigue disperso.
Porque hoy estoy contento.
Vetustate ya!
lunes, 20 de octubre de 2008
Ya no hay poetas en los sellos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)