domingo, 28 de diciembre de 2008

No es Isla Negra

No contaba con el olor de estas calles implacables, con su cráneo hastío y demente, con su voz que arraiga del mar, con su tiempo latente desconchando el sentir del alma solitaria. Y me aprietan sus zapatos de crio, calándome hasta las vertebras sus recuerdos como esta luz flexiblemente rara.

El crespón en memoria del silencio con su perpetuo arabesco ceñido sigue durmiendo en la puerta de casa, está casi muerto, desteñido como zócalo antiguo y con él duermen mis letras. Los cristales y su eterna lluvia deforman y enclaustran el verso. Aún así mi corazón sigue disperso, anida estrofas y se ahoga en tu cuello.

Ya de noche en piel curtida, entre párpados se embolsa el violín con tus besos, perfuma su música y aprende que no es triste el invierno. Florecen ojos de piedra mordida y existe en ellos el amarillo pálido, ictérico, en forma de copas inundadas de deseos.





Dibujos entre poetas y demás promesas.

martes, 2 de diciembre de 2008

In other words

Hoy más que nunca siento no poder escribir como el poeta de las mil caras, siento que de mí no caigan caminos para que los pies de la poesía caminen, me entusiasmaba el hecho de poder abrazarte con mis letras, y contarte lo que mi corazón puede oír con tu dibujo.
Espero poder hacerlo con el tiempo y que este borrador me quite el miedo.
He visto en ti esa sonrisa eterna, me desvela constantemente en la noche, la vi cuando caímos en el bullicio feliniano de aquella plaza mística donde se pierde la mirada y se arruga la mente, la vi cuando cenamos en el cometa de la calle cometa, la vi cuando nos sentamos frente al puerto, la vi entre tesoros en el mercado del recuerdo.
Todo ha cambiado desde que escucho el álbum blanco, antes peleaban pestañas en la proa de mis ojos por no ver nada y pataleaban el cielo como unos críos salpicando nubes y grises, ahora es diferente, el mástil clavado en mi alma ondea con fuerza nuestra bandera tras cada abrazo.
Me hubiera gustado llevarte de la mano al sol de cada mañana, al tiovivo que apunta al cielo, al mirador de la torre circular mas bonita de nuestro idilio donde las personas son todo corazón y caminan como queriendo probar cosas nuevas.
Es tarde y no debo seguir despierto;

Ya que mi mala racha llegó rozando diciembre y no creo que pueda verte mañana me pondré una peluca caleidoscópica como si llovieran todos tus colores y brindare por ti y por lo que pueda pasar.

Felicidades Lulamee!
PD: Te quiero como en la canción.











martes, 4 de noviembre de 2008

Y esperar a que todos esten completamente locos...

Esta tarde se me ha caído encima el cuadernillo de Paco Urondo. Perdónenme si le tuteo, me sacuden las nuevas y las antiguas manías, se me han clavado las anillas y las letras y me ha curado en humildad.
En lo que dura un sorbo de café había cortado en lobulillos el hígado de las palabras, donde éstas depuran su virginidad, para servirlo en plato frío, como una macedonia de hígados que se come sin cuchara.
Segundos mas tarde ya te dejas ver por sus portales donde súbitamente te flaquean las rodillas, más bien se vuelven raquíticas, la mente pedalea sin sangre, arruinada, el alma coagulada, todos los pensamientos barridos menos uno y su camino.

Ya de madrugada se me infecta la herida de su rabia al caer, me cura y me enferma, me come de todo, y me apeo en los sueños peinados por la morfina de sus versos.
Hermano mayor le llamó Juan Gelman desde el exilio, sin estar en un mastil mirando al vacio, debió oler su orgullo desde allá, debió comer con el crepitar de su protección, debió escuchar acerca de su laboratorio de barandas, y debió, sin duda, velar por su palabra.

Siéntense allí, en el crepúsculo, o en la tilde del vacío, y vivan como bola sin manija.






Creo que lo vi contigo y no lo creo.

lunes, 20 de octubre de 2008

Ya no hay poetas en los sellos

Lo plasmaré sencillo para que lo entiendan solo algunos, en una línea, y otra que sobrevuela su sombra y se muere de vértigo, como si fuera un sombrero, como una serpiente hambrienta digiriendo, ese es mi propio lienzo y a la vez tu recuerdo.

No es difícil, no es la ronda de noche de Rembrandt, ni su autorretrato de ojos vacios, ni tan siquiera la carta de un poeta muerto, todo lo contrario, fueron cruces del sur que cayeron sin freno, son nuestros cuerpos caminando allí a lo lejos, es mi corazón que sigue disperso.






Porque hoy estoy contento.
Vetustate ya!

miércoles, 8 de octubre de 2008

La estatua de hojas blancas

Tras tres semanas saco la paciencia del bolsillo, más bien la desgarro como etiqueta vieja, destiñe púrpura y destempla mi pecho.
Brota la complicidad silenciosa de mis ojos, como cataratas blancas, bailando entre pestañas, pisando lágrimas.
El alboroto de mil caricias que calaron hasta los huesitos, los arañazos de simpleza, mi calma en tus rodillas, todos se destapan y salen nauseabundos en paso firme barnizando mis puños.
Apretujados cabrán entonces los hijos de los sueños en mi pieza, con los pies de mármol y las manos mojadas, dejándome hoy el lado oscuro, donde no llegan los luceros, con tal de que no vea el rastro pegajoso de mi corazón en la mesita de noche, con tal de que no oiga la lluvia en las calles estrechas.






domingo, 5 de octubre de 2008

Mi refugio

Era él, dos vidas más tarde, curaba una de sus cicatrices al compás del amanecer, mientras tanto un silencio ensordecedor estrujaba el más allá, le envolvía ese peculiar olor a toallas limpias, bebía sorbo tras sorbo el fresco elixir matinal de cosecha propia cargado de colores, segundos más tarde, encendía aquel gramófono heredado donde siempre sonaban las mismas canciones: Ojos negros, Mi refugio…; triste música que más que sonar palpitaba.
Tal vez por eso siempre empezaba con las líneas mas frias, no despellejaba el secreto helado, no escribía con las manos que él quería, hasta bien entrada la lágrima en su cerebro, entonces eran ojos mas que letras, eran párpados cerrados, se veían entonces otras manos sanando sus cicatrices.






sábado, 4 de octubre de 2008

Mujeres por Don Juan Gelman [RuiSeñores de nuevo]

The turn of the screw


—¿Qué demonios te dijo él para que te esforzaras tanto?

—Que fuese el mejor.


Audio: http://es.youtube.com/watch?v=EkHTsc9PU2A

Vuelven las manos. Serán manos arrugadas, agrietadas, artrósicas, sin padrastros, que trabajaron con sangre, por eso las repaso y me esmero de nuevo en sus ondulados bordes con el carboncillo de la escuela, las recorto y las pinto tal y como eran, con sus suciedades, con su ternura, con su anular, que aún hoy, detiene mi cabeza.


Aquí las tiene, estréchelas como debiera:



Son las noches de lluvia las más sinceras: cinco escalones puritanos bien roídos, a ocho pasos la dama tímida con liga roja y zapatos de charol, y en mis manos nadan la palabras, entre lágrimas y gotas de lluvia caídas del bombín de plumas.

Y solo un segundo antes de dormirse se sincera la noche lluviosa obligando al cielo a embolsar el violín del recuerdo, dando gélidos bandazos de agua que susurran los abrazos desnudos más tiernos.
Solo amanece para los gorriones. La dama, terminada ya su jornada, ordena paso a paso sus horquillas, imagina mis escritos mojados y espira céfiro apacible, mientras yo, con cinco pasos, despeino mi cerebro, abandono los sueños y me embarco en el océano de las partituras, donde ya está todo escrito.

Despiertan las sonoras campanas mis entrañas en un tono desagradable, un compás nada pegadizo que agudiza la disforia, minutos después reposa el café sobre uno de mis poemas preferidos, así puedo leer mientras deshago la espuma, mientras se calman mis neuronas.

Ya no se asombra la lujosa portera del absurdo pedaleo de mi corazón al salir del portal, más bien me seduce con el diamante de noche, nada nuevo, siempre lo intenta cuando el desamor me viste con camiseta de pico y me deja esa cara de niño como recién lavada con jabón de lagarto.

Nada más salir se broncea el pensamiento, se desvisten los pistachos en las solanas apuntando que se acerca la hora del condumio, la hora del encuentro; mientras tanto, no puedo dejar de interpretar la melodía de sus pasos, pausados, perdidos, bailan solas mis manos con el viento y coso un último verso en su regalo.








martes, 26 de febrero de 2008

Parangón de la vicisitud elemental.



En estos días de combates políticos, de entrañables acusicas, donde todo parece mirarse con lupa y de rebote el miedo se hace algo más patente en la sociedad, incluso mas palpable que la propia ansiedad, me parece acertado aventurarme en un ansioso proyecto. Lo siento pero entre el veneno y la espada, lo tengo claro, soy contrario a Lucrecia.

Parece que desde pequeño los retos asisten mi conciencia, todo ello, no obstante, custodiado por uno de los consejos que más marcó mi vida: "nunca creas todo lo que te digan hijo". Tal vez por tratarse de un consejo genético, o porque dilapidaba estrepitosamente la credibilidad humana y personal me hice con él, lo guardé en mi bolsillo cerebral. De ahí que caminase toda mi vida escuchando, sintiendo, de verde, sin tomar apuntes, probablemente aquello no tendría ninguna validez, pero si estaba convencido de que al ser partícipe de las cosas lo aprendería todo, por ello ansiedad y miedo se desvanecian, en parte porque jamás nos enseñaron a distinguirlas. No digo que sea el mejor camino, en absoluto; sencillamente se trata de la forma en que pulimos la llave, como la retocamos y que uso haremos de ella en un futuro.

Que Dios os bendiga.