Era él, dos vidas más tarde, curaba una de sus cicatrices al compás del amanecer, mientras tanto un silencio ensordecedor estrujaba el más allá, le envolvía ese peculiar olor a toallas limpias, bebía sorbo tras sorbo el fresco elixir matinal de cosecha propia cargado de colores, segundos más tarde, encendía aquel gramófono heredado donde siempre sonaban las mismas canciones: Ojos negros, Mi refugio…; triste música que más que sonar palpitaba.
Tal vez por eso siempre empezaba con las líneas mas frias, no despellejaba el secreto helado, no escribía con las manos que él quería, hasta bien entrada la lágrima en su cerebro, entonces eran ojos mas que letras, eran párpados cerrados, se veían entonces otras manos sanando sus cicatrices.
domingo, 5 de octubre de 2008
Mi refugio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
5 comentarios:
¡GRACIAS POR PASAR POR MI BLOG!
Es muy bonito el tuyo, por eso pasaré seguidito :D
Un GRAN abrazo.
Me hizo recordar mucho a mi abuelito...
qué grata sorpresa el querido gelman por acá
gracias por pasar por labrys
un abrazo
Este escrito está plasmado de imágenes que disparan la imaginación. Bello y cala hondo. Gracias por pasar por mi blog.
Cariños
¡Acamaca! O como seas.
Creo que estos escritos merecen tener rostro... Los anónimos, anónimos son.
Deshazte de esa piel y toma la tuya... que es la tuya y única.
Saludo complacido desde Medellín
Publicar un comentario